JAVIER SOLOGUREN

POEMAS

JAVIER SOLOGUREN (Lima, 1921)

DÉDALO DORMIDO

Perecer con el permiso de una bondad que no se
    extingue.
Ya no ser sino el minuto vibrante, el traspaso
    del cielo,
canto de vida rápida, intensa mano de lo nuestro,
    desnuda.
Hallarse vivo, despierto en el espacio sensible de
    una oreja,
recibiendo los pesados materiales que la música
    arroja
desde una altura donde todo gime de una extraña
    pureza.
Miembros de luz sorda, choques de completísimas
    estatuas,
lámparas que estallan, escombros primitivos como la
    muerte.
Vaso de vino pronto a gemir en una tormenta
    humana,
con una sofocante alegría que olvida el arreglo de
    las cosas,
ebrio a distancias diferentes del sonido sin
    clemencia,
errando reflexivo entre el baile de las puertas
    abatidas,
aislando una racha salobre en la inminencia de
    la muerte,
pisando las hierbas del mar, las novedades del
    corazón,
pulsando una escala infinita, un centro sonoro
    inacabable.
Modificado por una azarosa, por una incontrolable
    compañía.
Pisadas en nuestro corazón, puertas en nuestros
    oídos,

temblor de los cielos de espaldas, árboles crecidos
    de improviso,
paisajes bañados por una murmurante dulzura, por
    una sustancia
 

 

que se extiende corres un vuelo irisado e
    instantáneo.
Prados gloriosos, estío, perfil trazado por un dedo
    de fuego,
blanco papel quemado para siempre detrás de
    los ojos,
valles que asientan su línea bajo el zureo de las
    palomas,
fuentes de oro que agitan azules unos brazos
    helados.
Quietud del mar, neutros estallidos de un imperio   
    cruento,
muda s destrucciones, espuma, golpes de espacio
    abierto.
Sueños que toman cuerpo, coherentes, en una silenciosa
    tentativa;
mecanismos ordenados en medio de una numerosa
    vehemencia,
lujo intranquilo del cielo que sella una hora
    inmune.


Cuerpo que asciende como la estatua de un ardoroso
    enjambre
buscando muy arriba la inhumana certeza en que se
    estalla
para quedar inmensamente vacío y delirante como
    el viento.
Una idea, Dédalo, una idea que iba a acarrear
    nuestro futuro,
(un sueño como una agua amarga que mana
    desde la boca del sol)
los planos hechos a perfección, la elocuencia
    del número,
el ingenioso resorte para suplantar los ojos de la
    vida,
todo era una inocente flecha en tránsito de lucidez
    y muerte.

... (fragmento)

 

DETENIMIENTOS

BAJO LOS OJOS DEL AMOR